miércoles, 11 de enero de 2023

Fwd: Miguel Concha, el sembrador.


Date: mar, 10 ene 2023 

Miguel Concha,

el sembrador.


Testimonio presentado por Fray Miguel Concha Malo, O.P., Director General del Centro de Derechos Humanos "Fray Francisco de Vitoria, O.P.", A.C.,  al aceptar el Reconocimiento «El Sembrador», otorgado por diversas organizaciones de la sociedad civil.


"Considero que mi modesta colaboración en la defensa y promoción de los derechos humanos tiene su origen consciente en la pasión por la justicia que se despertó en mí durante la primera mitad de la década de los sesenta, cuando, siendo estudiante de filosofía en la Orden de Predicadores (Frailes Dominicos), descubrí el pensamiento original de Santo Tomás de Aquino sobre la propiedad privada. Probablemente a ello contribuyeron también mis raíces familiares y los ejemplos y enseñanzas de congruencia cristiana que recibí de mis padres, pues por parte de mi madre soy nieto de una persona que por ideales se levantó dos veces en armas a comienzos del siglo pasado contra la dictadura de Porfirio Díaz y la reelección posterior de Obregón, y quien murió con el grado de General; y por parte de mi padre, quien fue hijo de una familia de hacendados que perdió casi toda su fortuna después de la Revolución. Ello no fue obstáculo para que quien tuvo que aprender a trabajar como artesano para mantener a duras penas a mis abuelos, la bendijera porque "le enseñó a trabajar", y no a vivir de las rentas de sus familiares.


Santo Tomás, en efecto, nunca consideró a la propiedad privada como un derecho natural, y por lo mismo inalienable, imprescriptible e inmutable, porque, para él, el verdadero propietario de los bienes de la tierra es Dios, creador de todas las cosas


Los seres humanos no somos sino administradores y distribuidores de lo que Él hizo para todas y todos sin excepción, sobre todo cuando nos encontramos con situaciones y casos de necesidad. Por eso, en su concepción la propiedad privada es sólo una institución humana en la que han convergido muchos pueblos (derecho de gentes) para facilitar la conservación de los bienes, su mejor administración y la armonía entre los seres humanos que hacen uso de ellos para su subsistencia. Con ello no hizo otra cosa que traducir en los conceptos y lenguaje filosófico de su época el mensaje bíblico de los profetas, la doctrina evangélica de Jesucristo y la enseñanza de los primeros escritores cristianos. Hoy podemos preguntarnos si el régimen de propiedad privada, tal y como es defendido por el pensamiento liberal del Siglo XIX, y sobre todo por la globalización neoliberal del Siglo XX, realmente ha garantizado la paz, la conservación de la naturaleza y la mejor administración de la riqueza.


Para nuestra fortuna el pensamiento de Santo Tomás sobre la propiedad fue retomado con vigor por el Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965), bajo cuyas enseñanzas hice mis cursos de Teología con profesores holandeses y franceses que fueron precursores y actores de esa magna asamblea eclesiástica internacional, y con italianos y españoles que a pesar de sus inercias lo asumieron con decisión y entusiasmo. No debemos olvidar que a ese Concilio se le debe la primera Declaración sobre la Libertad Religiosa en la Iglesia católica, y que además de reconocer la trascendencia de los derechos humanos para la convivencia social y política justa y pacífica de toda la humanidad, establece en su "Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo de Hoy" la debida y legítima separación entre la Iglesia y el Estado.


En congruencia con esto, una reunión internacional de Obispos celebrada en 1971 sobre el tema de la justicia, declaró que la defensa de la dignidad humana y la promoción de los derechos de las personas son parte de la misión pastoral de la Iglesia. No puedo dejar de mencionar también la poderosa influencia que al comienzo de mi servicio como religioso dominico ejercieron en mí, en los albores de los años setenta, los análisis y propuestas de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano celebrada en 1968 en Medellín, Colombia, sobre la misión de la Iglesia en América Latina y El Caribe a la luz del Concilio, y los de la III Conferencia General, celebrada en 1979 en Puebla, de la que junto con muchos otros compañeros teólogos de la liberación fui actor "extra muros", pues desde entonces, y hasta el año 2007 en otra reunión similar en Aparecida, Brasil, no fuimos requeridos por el Vaticano como asesores oficiales de los Obispos.


Las dos Conferencias que les han seguido han ya hablado explícitamente de los derechos humanos, y no sólo de los derechos individuales, sino también de los colectivos, con un enfoque integral, y considerándolos como universales, iguales para todas y todos, indivisibles, interdependientes, inalienables e integrales".




Con estos antecedentes, a partir de una reunión internacional realizada en 1977, los Frailes Dominicos asumieron la promoción de la justicia y de la paz como una de las cuatro prioridades de su acción evangelizadora en el mundo. Lo que de una u otra manera ha venido siendo reiterado cada tres años y de distintas maneras en reuniones semejantes. Con ello además retomaban de manera explícita uno de los elementos centrales de su tradición misionera al interior de la Iglesia, que se remonta hasta Santo Domingo de Guzmán y de manera especial a los primeros frailes del Siglo XVI en América Latina y El Caribe, quienes defendieron la dignidad humana de los indígenas contra los abusos estructurales de las encomiendas y sus derechos colectivos frente a las injusticias y excesos de la conquista: Fray Pedro de Córdoba, Fray Antón de Montesinos, Fray Bartolomé de las Casas, y otros que les siguieron, como Fray Julián Garcés, Fray Antonio de Valdivieso, Fray Pedro Lorenzo de la Nada y Fray Matías de Córdova.


Como una de las acciones sobresalientes para llevar a cabo esta opción, desde entonces se repite de diferentes maneras el compromiso por la defensa y promoción de los derechos humanos, principalmente de los sectores más vulneralizados (mujeres, exlcuidos, migrantes, personas pertenecientes a grupos muchas veces considerados indebidamente como minorías étnicas o raciales, u otros grupos discriminados injustamente por distintos motivos), denunciando las violaciones a los derechos humanos que los oprimen, analizando las causas que las propician, elaborando propuestas que contribuyan a revertirlas, procurando influir en la toma de decisiones que modifiquen su situación, y estableciendo relaciones de solidaridad y colaboración con otras personas, Iglesias, instituciones y organizaciones de la sociedad civil que defienden la dignidad humana y las relaciones justas entre las personas, pues yo estoy convencido que la labor evangelizadora de los dominicos no se desenvuelve en una lógica de movimientos de sístole, sino por el contrario de diástole. Vale decir, que no evangelizamos primeramente en función de nosotros mismos, de nuestras obras e instituciones, sino sobre todo, con lo que somos y tenemos, en colaboración con los demás.


Fue también por ello que a partir del año de 1981 las reuniones de planeación de los dominicos en México asumieron de distintas maneras esta prioridad y estas acciones, y decidieron crear en 1984 el Centro de Derechos Humanos "Fray Francisco de Vitoria, O.P.", A.C., ubicado en las laderas de la Universidad Nacional Autónoma de México, para honrar la memoria de quien es considerado en el mundo latino como el precursor del derecho internacional público, que como sabemos implica como una de sus columnas vertebrales el respeto de la dignidad humana y la protección de los derechos humanos de todas las personas.


Sería injusto soslayar el fuerte estímulo que ejercieron para este propósito sobre los dominicos en México los numerosos académicos y luchadoras y luchadores sociales de varios países del Cono Sur que durante los primeros años de la década de los setenta encontraron refugio en nuestro país, y con quienes entramos en contacto en el Centro Universitario Cultural (CUC) y en la UNAM. Y sobre todo el fuerte impulso que nos dieron los centroamericanos que se exiliaban en México a finales de aquellos años. De entre éstos es indispensable mencionar a las principales cabezas del Socorro Jurídico Cristiano del Arzobispado de San Salvador, Roberto y Benjamín Cuéllar Martínez, que hacia el fin de aquella década llegaron a México pidiéndonos un espacio para poder seguir llevando a cabo su labor de defender y promover los derechos humanos de sus compatriotas, fuertemente amenazados en su país por el ejército. Fueron ellos nuestros principales maestros en la labor de defender y promover los derechos humanos en México, y quienes nos orientaron en la primera organización de nuestro Centro. A ello también se debe que los primeros años éste se haya dedicado sobre todo a defender los derechos humanos de los centroamericanos, reforzando aquí las acciones del Socorro Jurídico Cristiano ante nuestras autoridades, en una época en que ya el gobierno mexicano señalaba con fuerza las violaciones a los derechos humanos en el extranjero, pero de manera encubierta, y a veces no tanto, las realizaba en México contra estudiantes, profesores, líderes sociales, indígenas y campesinos.


Fray Miguel Concha. https://www.youtube.com/watch?v=PzViJjKFNOU&list=PLXi592UBEVrfWHg3plcxU-eaRdhgDZ0x7&ab_channel=GerardoOrtega


Invitados por el Doctor Pablo González Casanova, fundador y primer director del Centro Interdisciplinario en Ciencias y Humanidades de la UNAM, en 1988 tuvimos la oportunidad de publicar el primer informe sobre la situación de los derechos humanos en México. Y a partir de entonces, y hasta el año 1999, insertamos cada tres o cuatro meses, según andaran las economías, en nuestra revista "Justicia y Paz", informes sobre la situación de los derechos humanos en México; y publicamos cada año un informe sobre las principales violaciones a los derechos humanos fundamentales en México: ejecuciones arbitrarias, detenciones arbitrarias, detenciones ilegales, tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes, agresiones contra grupos, señalando el nombre de las víctimas, el sector social al que pertenecían, las circunstancias en las que fueron violentadas, los presuntos responsables y la respuesta de las autoridades, si la había. Teniendo en cuenta que a partir del año 2000 esta obligación de informar fue paulatinamente asumida por los organismos públicos de derechos humanos, durante diez años, entre el año 2002 y 2012 decidimos publicar cada año un informe sobre la situación que guardan seis derechos sociales en el país (alimentación, salud, educación, vivienda, trabajo y medio ambiente), y durante cuatro años, entre el año 2007 y el año 2010 otro informe sobre el mismo tema en la Ciudad de México. Últimamente hemos colaborado con informes de esta naturaleza con el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de Naciones Unidas, y nos hemos sumado con nuestras colaboraciones a la elaboración del Informe Alternativo de México ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Antes de concluir por razones de tiempo estas líneas sobre algunas de las actividades que he podido realizar en el campo de la promoción y defensa de los derechos humanos, quiero expresar mi agradecimiento a todos los compañeros y compañeras que desde hace más de 34 años han venido colaborando conmigo en las actividades del Centro, y me han apoyado en esta noble e indispensable tarea. Gracias también a las compañeras y compañeros con los que he podido colaborar en el Centro de Estudios Sociales y Culturales Antonio de Montesinos, en la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, en la Academia Mexicana de Derechos Humanos y en el Equipo Pueblo".

 


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Fwd: Partió el fraile dominico y sembrador de esperanzas, Miguel Concha Malo.


Date: mar, 10 ene 2023 

Partió el fraile dominico y sembrador de esperanzas, Miguel Concha Malo.


Figura imprescindible en el movimiento de los derechos humanos. Abrió la brecha para que sacerdotes progresistas publicaran en los medios.


Cada vez que estaba por empezar una asamblea de accionistas de nuestra casa editorial, La Jornada, entre los murmullos de los socios, los directivos barrían a la concurrencia con la vista, buscando al hombre que sin acuerdo previo sería elegido como conductor y moderador de sus reuniones.


Porque no había evento de importancia en el periódico que empezara sin la batuta de fray Miguel Concha Malo, el religioso dominico que en los años setenta abrió brecha para que los sacerdotes progresistas escribieran y publicaran en los medios de comunicación de la época; que en los ochenta contribuyó a levantar el andamiaje de organizaciones defensoras de derechos humanos; que desmenuzaba y sistematizaba con rigor los avances y retrocesos de las políticas en la materia; que hacía de la solidaridad con los perseguidos una labor cotidiana y tan natural y necesaria como respirar; que repartía siempre, a diestra y siniestra, bendiciones y sonrisas a creyentes y no creyentes por igual.

Miguel Concha murió ayer. Tenía 77 años. Este martes será despedido con una misa solemne en la capilla del Centro Universitario Cultural (CUC), que él organizó y dirigió durante décadas.


El Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, que él fundó en 1984, lo llamó sembrador de esperanzas.

En una ocasión contó en entrevista: "Fundamos el Fray Vitoria el mismo año que nació La Jornada, la Academia de Derechos Humanos y otros espacios. Algunos querían que se llamara Fray Bartolomé de las Casas. Yo dije que ese nombre estaba reservado para Chiapas, donde ya el obispo Samuel Ruiz trabajaba fuerte en la promoción de los derechos humanos, pensando que los defensores debían salir del mismo pueblo".


Fue una iniciativa pionera en un tiempo en el que ni siquiera el término derechos humanos estaba en uso. Ya existía el Comité Eureka, de Rosario Ibarra, un movimiento de activistas, recuerda Pablo Romo, que fue su alumno en el CUC, con materias como cristología y teología moral social, que lo marcaron profundamente. Pero el Centro Vitoria es el primero que sistematiza y vincula los temas de defensa, formación, información y promoción. Y de ahí siguieron muchas otras organizaciones. Romo también fue fraile dominico.


Pionero


Concha fundó la primera revista especializada, Justicia y Paz, con otra religiosa dominica, Brigitte Loire, además de Carlos Mendoza, Balbina Flores y dos salvadoreños refugiados: Roberto y Benjamín Cuéllar.


Es una figura imprescindible en el movimiento de los derechos humanos desde su origen, con su labor sistemática. Pero también fue pionero en otros terrenos, como en la incursión de los religiosos en los medios.


Fueron años en los que las amenazas de muerte a los defensores y los allanamientos a sus casas y oficinas eran habituales. El Fray Vitoria no se salvó.


Fue en el antiguo Unomásuno, el que fundaron Manuel Becerra Acosta y Carlos Payán, donde curas de la corriente progresista rompieron el tabú de publicar en los periódicos. También en Proceso. En momentos donde la noticia estallaba directamente en el ámbito eclesial, como la muerte de Juan Pablo I, en 1978, o el asesinato del arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, Concha irrumpía como bólido en la redacción, se apoderaba de una máquina de escribir y redactaba su impecable pieza periodística desde el calor del fogón informativo, tecleando como un reportero más.


Para esa época, fines de los años setenta, ya influía con fuerza la conocida Pastoral Social del Sur, impulsada por los llamados "obispos rojos": Sergio Méndez Arceo (Cuernavaca), Arturo Lona Reyes (Tehuantepec), Samuel Ruiz (San Cristóbal de las Casas), Bartolomé Carrasco (Oaxaca). Miguel Concha trabajaba en esa línea como asesor de esa corriente.


Bajo la influencia de la Conferencia General del Episcopado Latinoa-mericano, que en 1968 en Medellín traza el primer impulso transformador de la institución eclesial, Concha participa en 1979 en la conferencia de Puebla, donde se asienta ya por primera vez en documentos la opción preferencial de los pobres.


Lógicamente, cuando irrumpió el Ejército Zapatista en Chiapas en 1994, fray Miguel estaba muy cerca del ojo del huracán. Días después del levantamiento del 1º de enero, los servicios de inteligencia del Estado, que buscaban identificar quién era el mestizo del pasamontañas que hablaba por los rebeldes indígenas, apuntó hacia fray Pablo Romo, que trabajaba con el obispo Samuel Ruiz en el Centro Fray Bartolomé de las Casas. Concha apareció esa noche en las oficinas de Payán con el joven religioso en cuestión. "Este es Pablo, no el Subcomandante Marcos".


En diciembre de 2018, cuando Payán recibió la medalla Belisario Domínguez en el Senado de la República, en su discurso reveló otra anécdota entre ellos que hasta entonces no se había hecho pública.


Fue antes del estallido zapatista. Hasta la oficina del Fray Vitoria, allá por Ciudad Universitaria, llegaron unos campesinos chiapanecos para denunciar un plan ya en marcha para asesinar al obispo de San Cristóbal, el tatik Samuel Ruiz, planeado y financiado por finqueros de Altamirano. El acuerdo se había tomado y refrendado en la finca La Preciosa.


Concha llamó de inmediato a la dirección de La Jornada. Al corriente de todos los detalles del complot, Payán y Concha fueron recibidos en la Secretaría de Gobernación por el entonces titular Patrocinio González Garrido, ex gobernador de Chiapas. Varios sacerdotes, todos conocedores del grave asunto, esperaron en el vestíbulo.


–¿Y qué quieren que haga? –les dijo el funcionario, también finquero y conocido cacique regional.

–Lo que usted considere –respondió Payán–; pero si algo pasa, usted no va a poder decir que no sabía.

"Creo que en esencia lo que logró Miguel Concha –reflexiona Romo– fue vincular el mundo de la fe con el de los derechos humanos, vincular las idea de Santo Tomás y Bartolomé de las Casas con el mundo que en ese momento en México se está abriendo a nuevas formas de ser y organizarse. Y como lo hizo Méndez Arceo, en torno a la solidaridad. Pero además, lo que nunca dejó de hacer es articular y recuperar todo ese proceso por escrito".



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viernes, 11 de noviembre de 2022

Fwd: Con AMLO, crecen 20% ingresos de trabajadores.


Date: jue, 10 nov 2022 

Con AMLO, crecen 20% ingresos de trabajadores.


El incremento es el más alto en las últimas tres administraciones. Con Felipe Calderón, la masa salarial cayó 6.6% de 2006 a 2010.

La suma de ingresos que perciben los trabajadores en México, la cual se mide a través del indicador de masa salarial, acumula un avance de 20% desde el cierre de 2018 y hasta la primera mitad de 2022. Es el incremento más alto en las últimas tres administraciones y con el que por segunda ocasión el valor de la fuerza de trabajo avanza más que el del capital en el mercado accionario.


En el periodo comparable de diciembre de 2006 a junio de 2010, durante la administración de Felipe Calderón –quien se promovió como el presidente del empleo–, los ingresos de la fuerza de trabajo mexicana cayeron 6.6%, mientras el valor acumulado de las acciones en el mercado de valores del país aumentó 2.3 por ciento, revelan datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y el Banco de México.


Con Enrique Peña Nieto el valor de la masa salarial, medido por el Coneval con base en las encuestas de empleo que genera el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), aumentó 2%, al tiempo que el de las acciones en circulación en la bolsa de valores se redujo 0.3% real entre diciembre de 2012 y junio de 2016, tomando en cuenta la inflación promedio trimestral.


Por último, para mediados de junio de 2022, los reportes del Coneval exhiben un incremento de 20% en el valor alcanzado por la fuerza de trabajo en México desde el cierre de 2018 y luego de la recuperación en los espacios laborales tras el primer año de pandemia de coronavirus y una política de incrementos al salario, que busca contrarrestar el estancamiento que por décadas ha tenido la remuneración base para atraer capital.


No obstante, una acelerada salida de empresas del mercado accionario –14 hasta junio, según lo consignado en el cuarto Informe de labores del presidente Andrés Manuel López Obrador– y los movimientos propios de estos instrumentos han hecho que el capital concentrado en la Bolsa Mexicana de Valores y la Bolsa Institucional de Valores se haya reducido 0.4% en lo que va de la actual administración.


Aún con la reducción, el valor del mercado es casi 24 veces más que el valor de la masa salarial, exhiben cifras constantes reportados a junio de este año. A la vez, con cargas fiscales muy dispares y que la actual administración no entró a modificar, desde diciembre de 2006 hasta junio de 2022 el capital ha crecido 82.8% más que la masa salarial, 26.9 y 14.7%, respectivamente.




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sábado, 26 de marzo de 2022

Fwd: ¿Hacia un mundo sin trabajo? Detrás de la mitología capitalista, la lucha de clases.


Date: mié, 23 mar 2022 


¿Hacia un mundo sin trabajo? Detrás de la mitología capitalista, la lucha de clases.


El capitalismo vive de la explotación pero también de los mitos. Entre los mitos constantemente actualizados, el de la automatización del trabajo juega un papel esencial. En su versión más contemporánea, nos invita a imaginar un mundo donde el trabajo se ha deshecho de lo humano. Pero la fuerza de esta mitología es que parece realizar un sueño de los pensamientos radicales: liberar las vidas humanas de la alienación del trabajo, de ahí la confusión a veces entre ciertos autores críticos del capitalismo en cuanto a tales promesas.


En su libro Les capitalistes rêvent-ils de moutons électriques(Ediciones Grevis, 2021)Jason E. Smith deconstruye eficazmente esta mitología y dibuja el horizonte del capitalismo contemporáneo: desempleo, miseria y precariedad para una mayoría de la población. En la introducción de este libro, Daria Saburova ubica los análisis de JE Smith en los debates sobre el capitalismo contemporáneo y llama a pensar el trabajo desde las luchas concretas de los trabajadores y las trabajadoras más que desde los laboratorios de los intelectuales.


Introducción, por Daria Saburova.


Vivimos en un mundo en el que las maravillas de la ciencia ficción, que van desde hogares conectados hasta automóviles autónomos, desde las plantas de energía solar hasta los proyectos de minería espacial, coexisten con barrios marginales cuyos habitantes, privados del acceso a bienes y servicios básicos, están condenados, en el mejor de los casos, a empleos informales y a bajos salarios. En los países del centro del sistema capitalista, las condiciones de vida de las y los trabajadores se estancan, y mientras el trabajo de unas y unos se intensifica, otras y otros luchan por encontrar un empleo estable, bien remunerado y que corresponda con sus cualificaciones. Por tanto, no es de extrañar que la creciente fascinación que suscitan las innovaciones tecnológicas se mezcle a la vez con esperanzas y angustias. Muchas de estas giran en torno a las presuntas consecuencias de los recientes avances en las tecnologías de la información y la comunicación, la robótica y la inteligencia artificial en el mundo del trabajo. ¿Anuncian las cajas de autoservicio, los robots de limpieza y los traductores automáticos, la liberación para la humanidad de la carga ancestral del trabajo? ¿O son presagios de una crisis social sin precedentes, marcada por el desempleo masivo, la desigualdad extrema y la fascistización en aumento de la política? En cualquier caso, se nos dice, el trabajo humano tiende a desaparecer, a volverse inútil. Según un informe ampliamente citado de la Universidad de Oxford, hasta el 47 % de los puestos de trabajo podrían desaparecer por completo en las próximas décadas1 /.


Desde la crisis de 2008, un cierto discurso sobre la automatización ha cristalizado en torno a estas preocupaciones, dándoles acceso a una forma de legitimidad2 /. Según los teóricos de la automatización, la rarefacción del empleo, en particular del empleo cualificado y bien remunerado, sería el efecto de un aumento espectacular de la productividad. En los próximos años, se trataría de prepararse para la extensión del "paro tecnológico" que anunciaría un mundo sin trabajo.


Este discurso, todavía poco conocido por el lector francés, no es nuevo en sí mismo. La historia del capitalismo es inseparable del desarrollo tecnológico que permite ganancias de productividad a través del ahorro de mano de obra. Según Marx, el trabajo se subsume realmente en el capital sólo a partir del momento en que la acumulación de plusvalía ya no pasa por la simple prolongación de la jornada laboral, sino por la reorganización continua del proceso de producción sobre nuevas bases tecnológicas3 /. Cada nueva reestructuración importante despierta inquietudes ante la perspectiva de la sustitución total e inminente del trabajo vivo por el trabajo muerto objetivado en las máquinas. En este sentido es un discurso cíclico que acompaña a la historia del capitalismo desde sus inicios. Fuente de entusiasmo entre los patrones y preocupación entre los trabajadores, la imagen de la fábrica sin obreros/as ha rondado el imaginario de las sociedades capitalistas al menos desde la introducción en las fábricas británicas de las primeras máquinas de hilar automáticas4 /.


Hasta ahora, sin embargo, las proyecciones de un mundo sin trabajo han resultado erróneas: aunque ciertas tareas e incluso ciertas profesiones están desapareciendo, y sectores enteros de la economía están alcanzando niveles de productividad espectaculares, nuevos sectores de actividad vienen a absorber el exceso de capital y mano de obra. Esto sucedió primero con la agricultura, luego con la industria y el sector de servicios, que ahora representa casi el 74 % de la fuerza de trabajo en los países de altos ingresos y el 52 % a escala mundial5 /.


Pero los autores de la ola más reciente del discurso de la automatización aseguran que esta vez todo es diferente. La creciente digitalización de la economía, el avance de la inteligencia artificial y la robótica allanarían el camino para una auténtica revolución tecnológica, una "segunda era de la máquina"6/, una "tercera gran disrupción"7 /. La especificidad de esta última gran disrupción es la posibilidad de automatización total del trabajo. No solo las tareas manuales y cognitivas más rutinarias, sino también las operaciones y movimientos intelectuales altamente calificadas que requieren una orientación espontánea en un entorno impredecible serían automatizables gracias al considerable aumento de los sistemas informáticos y la mejora de los sistemas de retroalimentación. Las fábricas de Philips y Tesla, aplicando el enfoque de "fabricación en lo negro" (lights-out manufacturing), ya lograrían el sueño de la fábrica automática. Pero esta vez, ningún sector estaría allí para absorber la mano de obra liberada por la automatización de la industria, ya que los propios servicios ahora serían automatizables.

Este discurso no solo es defendido por los liberales tecnofuturistas y los empresarios de Silicon Valley, sino también por una parte de la izquierda de inspiración marxista. Entre la avalancha de artículos y ensayos publicados en los últimos años, cabe mencionar los muy influyentes Inventing the Future de Nick Srnicek y Alex Williams (2015), Postcapitalism de Paul Mason (2015), Four Futures de Peter Frase (2016) y Fully automated Luxure Communism de Aaron Bastani (2019)8 /. Si bien reconocen la naturaleza contradictoria de los desarrollos tecnológicos actuales -mientras los medios de producción sigan siendo propiedad de los capitalistas, la maquinaria se utiliza principalmente para reducir los costes de producción mediante el despido de trabajadores/as-, creen que las tendencias del trabajo en el capitalismo contemporáneo apuntan al camino a un mundo sin trabajo, o al menos a un mundo donde el trabajo necesario para la reproducción social se habrá reducido hasta el punto de ocupar sólo un lugar marginal en la existencia social y personal.


Así, la mayoría de estos autores subrayan que la competencia capitalista no es sólo el motor del desarrollo tecnológico, sino también un obstáculo para la plena realización de su potencial mediante la imposición de patentes, la constitución de monopolios y el recurso a mano de obra barata en el gasto de inversión en maquinaria y equipo. En estas condiciones, el único proyecto progresista que puede ofrecer la izquierda es el de aceleración con miras a la automatización total, proyecto utópico reivindicado como tal9 /.


Pero, ¿se corresponde con la realidad el diagnóstico de la situación económica actual elaborado por el discurso de la automatización? Por un lado, ciertas innovaciones emblemáticas parecen demostrar que sí es técnicamente posible la automatización avanzada de buena parte de nuestras actividades productivas. Pero estos ejemplos son solo el árbol que esconde el bosque, ya que la pretendida disrupción se despliega en el contexto de un largo período de estancamiento económico.


El año 2020 vio la publicación casi simultánea de los libros Smart Machines y Service Work de Jason E. Smith10 / (Les capitalistes rêvent-ils de moutons électriques en esta traducción) y Automation and the Future of Work de Aaron Benanav 11/que deconstruyen eficazmente el optimismo tecnológico del discurso de la automatización. Estos dos autores comparten un cierto número de tesis comunes. Ambos comienzan señalando que los datos sobre la evolución de las tasas de crecimiento, las tasas de productividad y las tasas de inversión contradicen claramente la tesis del fin inminente del trabajo. De hecho, las tasas de crecimiento del PNB y de la productividad del trabajo en los países del centro del sistema capitalista han caído drásticamente desde la década de 1970 y se han desacelerado aún más desde la crisis de 2008. En los Estados Unidos, la tasa de inversión privada en equipos, infraestructuras y software ha caído desde el 5,2 % en la década de 1990 a solo el 0,5 % entre 2000 y 201112/.


Por lo tanto, si el discurso de la automatización identifica correctamente el problema -no hay suficiente trabajo para todo el mundo-, se equivoca en cuanto a la causa de este fenómeno. No es el crecimiento espectacular de la productividad del trabajo a través de la automatización acelerada el responsable de ello, sino el estancamiento secular de la economía capitalista, ya que la desaceleración de las tasas de crecimiento ha superado la desaceleración de las ganancias de productividad 13/. Benanav y Smith coinciden entonces en que esta depresión económica, que se prolonga desde hace varias décadas, se refleja menos en la tendencia al alza del "desempleo tecnológico" que en la extensión del subempleo y la creciente polarización del mercado de trabajo: por un lado, se está formando un pequeño núcleo de trabajadores/as altamente calificados, que se benefician de altos salarios y protección social; en cambio, en el llamado sector servicios, está aumentando el número de puestos de trabajo poco cualificados, mal pagados y precarios.


Finalmente, ven en el discurso contemporáneo de la automatización tanto una manifestación cíclica de la ideología espontánea del capitalismo como un reflejo de la fascinación que ejerce sobre nosotros la irrupción bursátil de las empresas de la Big Tech, reforzada por la creciente importancia en nuestras vidas de las plataformas digitales y las redes sociales. Sin embargo, estos fenómenos pertenecen respectivamente a las esferas de las finanzas y el consumo, teniendo poca influencia en el aumento de la productividad del trabajo.


Pero los límites del argumento de Aaron Benanav consisten en que se detiene en la tesis del crecimiento desequilibrado entre el sector industrial y el sector de servicios como la última palabra de su modelo explicativo. Siguiendo a Robert Brenner, considera que la causa central de la desaceleración del crecimiento proviene de la sobrecapacidad de producción industrial14/. La competencia intercapitalista mundial conduce a la saturación de los mercados de bienes manufacturados, provocando la disminución de la rentabilidad en este sector y la reasignación de capital y mano de obra en el sector de servicios, estructuralmente más intensivo en mano de obra. Paradójicamente, si el sector servicios no ha sustituido al sector industrial como motor del crecimiento es por la propia resistencia de los servicios a las tecnologías ahorradoras de mano de obra. Lo que el discurso de la automatización no ha logrado comprender es que, en el marco de la economía capitalista, la destrucción de puestos de trabajo por la automatización puede, de hecho, ser mitigada por una mayor automatización y por el aumento consiguiente del volumen de producción15/.


Pero, ¿qué es lo que hace que los servicios sean resistentes a la automatización? Sabemos de servicios susceptibles de experimentar ganancias de productividad significativas, como la gran distribución o la comida rápida. ¿La noción de servicio es realmente útil para comprender las disparidades entre diferentes sectores? Smith muestra, y este es uno de los puntos fuertes de su libro, que la noción de servicio, que se vincula a la forma concreta del proceso de trabajo, oscurece más cosas de las que puede explicar. Para comprender el ritmo y los efectos de la automatización en el mundo del trabajo, es mucho más importante ver cómo se distribuye la fuerza de trabajo entre las actividades que producen valor y las que no.


Smith identifica tres razones para el impacto insignificante de los avances tecnológicos recientes en el aumento de la productividad media del trabajo. En primer lugar, hoy en día la automatización de determinadas actividades tropieza con obstáculos de carácter técnico: la mayoría de los procesos de trabajo que esperan ser automatizados requieren de conocimientos y capacidades corporales intuitivas como las tareas manuales de agarrar, doblar, etc. o de actividades socialmente mediatizadas y relacionales en los servicios personales. Sin embargo, son técnicamente posibles mejoras sustanciales en esta área. En China, los robots desinfectantes, los robots de entrega y los robots de patrulla se han desplegado de forma masiva en los hospitales durante la epidemia de la COVID-19. Japón, que se enfrenta a una población que envejece, está en la vanguardia de las experimentaciones de los robots cuidadores16/.


Es cierto que otros obstáculos pueden interferir con la difusión efectiva de estas innovaciones. La automatización de los servicios personales, que implican un fuerte aspecto interactivo y emocional, plantea problemas de orden jurídico y ético, como acertadamente muestran los debates en torno a los robots sanitarios17/. Sin embargo, el capitalismo se ha mostrado históricamente capaz de superar las protestas morales en su contra. El ritmo de desarrollo y difusión de las innovaciones tecnológicas depende en gran medida de las ventajas económicas que puedan representar para las empresas. En este sentido, el obstáculo más importante para el rápido aumento de la productividad en la esfera de los servicios es la abundancia de mano de obra barata, que hace que la inversión en el desarrollo de sistemas automáticos sea poco atractiva para el capital. La naturaleza políticamente desorganizada de la fuerza de trabajo en el sector de los servicios contribuye a mantener los salarios en un nivel particularmente bajo. Finalmente, de acuerdo con el tercer argumento que, a nuestro juicio, constituye el principal interés del libro de Smith, los frenos a la automatización generalizada del trabajo estaría ligados con la crisis de rentabilidad anclada en la expansión durante décadas del trabajo improductivo.


Para explicar la tendencia a la baja de la rentabilidad, Smith no se contenta con el modelo de crecimiento desequilibrado formulado por William Baumol18/. Este último basa su modelo en la distinción entre un sector industrial tecnológicamente "progresivo" y un sector de servicios tecnológicamente "estancado". Según Baumol, el proceso de trabajo industrial se presta a ganancias significativas y continuas de productividad y economías de escala, mientras que el de los servicios se resiste por sus características intrínsecas. Así, en la medida en que la creciente automatización en el sector manufacturero es correlativa a la extensión del sector servicios que absorbe el excedente de mano de obra, la tasa de crecimiento de la economía en su conjunto está sujeta a una tendencia a la baja, ya que el propio dinamismo del sector clave de la economía está siendo paradójicamente la causa del estancamiento secular, y con ello de la desaceleración del aumento medio de la productividad del trabajo.


Si Smith acepta la conclusión de este análisis en sus grandes líneas, el problema con la distinción movilizada por Baumol y retomada por Benanav es que se basa en una definición demasiado intuitiva de un servicio como una actividad que no produce ningún objeto separado tangible: el acto de producción coincide con el acto de consumo. Según Smith, tal categoría carece de poder analítico y explicativo. En primer lugar, cubre procesos de trabajo concretos demasiado heterogéneos. En segundo lugar, difumina la distinción entre servicios al consumidor y servicios destinados a las empresas. En tercer lugar, ciertas actividades que se califican como servicios son de hecho parcialmente automatizables, como la industria de la comida rápida o la distribución masiva. Por último, si bien no menos importante, oscurece la distinción más fundamental entre trabajo productivo e improductivo. Sólo esta distinción, que toma prestada de Marx, permite, según Smith, descifrar el misterio de la desaceleración de las ganancias de productividad y dar cuenta teóricamente de la paradoja señalada por Baumol.


Según Marx, la distinción entre trabajo productivo y trabajo improductivo permite caracterizar la forma de explotación específicamente capitalista19/. Todo trabajo por definición produce algo, un valor de uso cualquiera. Pero entre las actividades productivas en sentido amplio, sólo algunas participan del proceso de valorización del capital. Desde este punto de vista, se considera improductivo todo trabajo que no reporte ningún beneficio al empresario capitalista, por ejemplo, el trabajo que realiza una empleada de hogar en la casa del empresario. El mismo trabajo realizado por un o una asalariado/a de una empresa de limpieza será, en cambio, calificado como trabajo productivo. Por lo tanto, lo que define al trabajo como productivo no depende de las especificidades del proceso de trabajo concreto, sino de su contribución a la valorización del capital que lo emplea.


Pero el cuadro se vuelve más complicado cuando consideramos las cosas ya no desde el punto de vista de un capitalista individual, sino desde el punto de vista del circuito del capital en su conjunto. Hay obras que proporcionan ganancias a los capitales individuales mientras representan "pequeños gastos" desde el punto de vista del sistema. Marx clasifica en esta categoría todo el trabajo gastado en hacer circular el valor, en los sectores comercial y financiero. Aunque estas actividades son absolutamente esenciales para el funcionamiento del capitalismo, el valor en ellas solo cambia de forma y de manos. Por último, pueden ser considerados como improductivos los trabajadores del Estado y de los servicios públicos, remunerados a cargo de los beneficios a través del sistema tributario.


Jason E. Smith busca movilizar estas categorías para dar cuenta del ritmo y los métodos de acumulación en el capitalismo contemporáneo. Consciente del valor puramente teórico de la distinción entre trabajo productivo e improductivo, que no es muy conveniente para describir procesos de trabajo concretos, el autor considera sin embargo que puede servir para actualizar y completar la teoría marxista de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia20/ y así arrojar nueva luz sobre la actual crisis de rentabilidad y las perspectivas de automatización del trabajo dentro de los límites de las relaciones sociales existentes.


La introducción de nuevas máquinas en el proceso de trabajo conduce a una disminución de la cantidad de trabajo vivo en proporción al volumen de los medios de producción que utiliza. Ahora bien, como explica Marx en el capítulo XIII del Libro I de El Capital, las máquinas, que representan "trabajo muerto", no producen valor y, por lo tanto, tampoco plusvalía. Una parte de su propio valor, que corresponde con el tiempo de trabajo socialmente necesario para fabricarlas, se transfiere simplemente al producto mediante trabajo vivo. Por lo tanto, la nueva tecnología puede dar al capitalista individual una ventaja temporal sobre sus competidores, pero a largo plazo y desde un punto de vista sistémico, el progreso general de la automatización socava la base misma sobre la que descansa el proceso de acumulación de capital, a saber, la explotación de la fuerza de trabajo. Es este proceso el que se expresa bajo la forma de la caída tendencial de la tasa de ganancia21/.

Un cierto número de contra tendencias permiten evitar la caída de la tasa de ganancia, como el aumento del volumen de producción o la intensificación del trabajo y la caída de los salarios. Sin embargo, estas contra tendencias aumentan la necesidad de trabajadores/as improductivos: la disciplina de los y las trabajadores requiere un aumento del personal de supervisión y gestión; la expansión de los mercados aumenta la importancia del sector de la logística y la distribución; la intensificación de la competencia mundial crea nuevas necesidades en servicios legales, en marketing, etc. La razón del estancamiento actual de la economía capitalista radica pues precisamente en el dinamismo de su sector productivo, ya que es correlativo a la extensión del sector improductivo que también se beneficia de la entrada de mano de obra barata liberada por las ganancias de productividad logradas en el sector productivo. Esta sobreabundancia de mano de obra, a su vez, frena el progreso de la automatización. En otras palabras, la economía capitalista está sujeta a una lógica de automatización desigual y combinada: el desequilibrio en los ritmos de desarrollo y difusión de las innovaciones tecnológicas no se debe al azar, sino que muestra ser un rasgo estructural del capitalismo, la "ley absoluta" de su desarrollo.


El argumento central de Les capitalistes rêvent-ils de moutons électriques? proporciona un enfoque marxista original a las transformaciones actuales del mundo del trabajo que disuelve la ilusión tecno-determinista de una superación inmanente del capitalismo hacia un comunismo lujoso totalmente automatizado. Pero su interés también es político en el sentido de que implícitamente señala los límites del pensamiento utópico abiertamente reivindicado por los teóricos de la automatización, centrándose en cambio en las posibilidades reales encarnadas en las luchas sociales existentes.


En efecto, el discurso de la automatización oscila constantemente entre un determinismo tecnológico que ve en la automatización del trabajo una necesidad de la historia y la afirmación voluntarista de una política basada en la utopía de la sociedad post-trabajo. La dimensión utópica está subordinada a la dimensión determinista: el desarrollo de las fuerzas productivas, abandonado a sí mismo, va en la dirección de la desaparición del trabajo y sólo se puede ralentizar o acelerar este proceso fundamental, lineal e ineludible. Pero si, como muestra Peter Frase en Four Futures, este desarrollo abre potencialmente el camino a escenarios sociopolíticos variables, que van desde el comunismo de la abundancia hasta un capitalismo rentista en el que las desigualdades y jerarquías sociales alcanzarían niveles colosales, es más bien este último escenario el que los teóricos de la automatización ven dibujarse en el marco de relaciones sociales existentes. La utopía interviene entonces como la otra cara de este pensamiento tecno-determinista: para evitar lo peor, debemos imaginar y promover en el debate público el ideal de una sociedad post-trabajo en la que cada persona pueda beneficiarse de las prodigiosas ganancias de productividad.


Concretamente, aún no existe una institución o sujeto político capaz de sustentar el proyecto del post-trabajo. El movimiento obrero luchaba dentro y contra el capital, desde el punto de vista del trabajo, un punto de vista del que los teóricos de la automatización querrían deshacerse. A fines del siglo pasado, el post-operaísmo ya buscaba reemplazar la figura del obrero de la industria por la figura del "obrero social" como sujeto antagonista del capital. Pero mientras que la propuesta post-operaísta consistía en extender la categoría del trabajo productivo a todas las actividades e interacciones sociales22/, el discurso contemporáneo de la automatización no busca ninguna figura de trabajador/a capaz de oponerse al capital.


Por el contrario, es fuera de la relación entre capital y trabajo donde debe buscarse el sujeto del cambio: Paul Mason invoca así a "los individuos conectados" cuya "educación universal" se basaría en el simple uso de un teléfono inteligente23/, mientras que Nick Srnicek y Alex Williams están más interesados en las llamadas poblaciones supernumerarias, aquellas que se encuentran temporal o permanentemente privadas de empleo o asignadas a trabajos eventuales e informales24/. Pero cuando se trata de desarrollar una estrategia concreta, es hacia la promoción de la renta básica universal hacia donde estos autores se vuelcan unánimemente como herramienta central de la lucha política.

Les capitalistes rêvent-ils de moutons électriques? busca más bien recordarnos que toda reflexión política debe partir de un paciente análisis de las realidades. Sin embargo, bajo las condiciones del modo de producción capitalista, el despliegue de la automatización es un proceso intrínsecamente contradictorio y estructuralmente desigual. El trabajo no está desapareciendo. ¿Dónde entonces buscar el sujeto político de la lucha anticapitalista?. Al igual que los teóricos de la automatización, Smith considera que las formas de organización propias del movimiento obrero del siglo XX ya no se adaptan a nuestro tiempo. Pero en lugar de medir su inadecuación a la luz de una utopía post-trabajo, el autor cuestiona la reciente recomposición de la clase obrera y las posibilidades reales esbozadas por las luchas sociales.


Los partidos y los sindicatos tradicionales extraían su su fuerza de sus raíces en las grandes concentraciones obreras y de la homogeneidad de los procesos de trabajo en las diferentes industrias. El trabajador (o más bien la trabajadora) propio de la era del estancamiento trabaja en la distribución, la comida rápida, los servicios personales. Todo parece oponerle al trabajador industrial: este tipo de trabajo se realiza principalmente en lugares de trabajo dispersos y pequeños; basándose a menudo en las capacidades y los saberes relacionales supuestamente innatos de las mujeres, está condenado a permanecer mal pagado mientras se le niega ser reconocido como trabajo calificado; la heterogeneidad de los procesos de trabajo impide el desarrollo de modos comunes de organización y acción a gran escala. En fin, los empleos concernidos pertenecen a menudo a los sectores no productivos de la economía y solo ofrecen pues escasas palancas de acción para provocar un verdadero freno al proceso de acumulación.


¿Deberíamos entonces resignarnos a la ausencia de perspectivas para la lucha de clases hoy? Las recientes huelgas de enseñantes en los Estados Unidos y el movimiento de los chalecos amarillos en Francia demuestran, según Smith, que estos trabajadores/as ahora comienzan a darse cuenta de su poder colectivo, mientras experimentan las formas de lucha que mejor se corresponden con la posición que ocupan en el circuito de la acumulación de capital. Así, aunque los enseñantes pertenecen al sector público "improductivo", tienen un poder disruptivo por su papel en la división social del trabajo: al negarse a tomar a cargo a los niños, son capaces de provocar un cese en el trabajo en otros sectores. Los Chalecos Amarillos pueden proporcionar el modelo de un movimiento de trabajadores de los servicios que solo tienen pocas palancas de acción sobre el proceso de acumulación, pero que han logrado poner en marcha formas de acción eficaces fuera de sus lugares de trabajo.

Si la conclusión del libro puede parecer un poco decepcionante desde el punto de vista estratégico, se puede, sin embargo, sacar la idea de que las luchas concretas nos enseñan más que las utopías construidas en los laboratorios de los intelectuales. Y aunque hoy ya no existe un modelo universal para la lucha de clases, se puede confiar en la creatividad política de la clase trabajadora.


13/12/2021

https://www.contretemps.eu/capitalisme-technologie-travail-exploitation-jason-smith/

Traducción: Viento Sur.



Notas

1/ Carl Benedikt Frey et Michael A. Osborne, The Future of Employment: How Susceptible Are Jobs to Computerisation?, Oxford Martin School, September 2013.

2/ Ver por ejemplo Erik Brynjolfsson et Andrew McAfee, The Second Machine Age: Work, Progress, and Prosperity in a Time of Brilliant Machines, New York and London, W.W. Northon, 2014; Martin Ford, Rise of the Robots: Technology and the Threat of a Jobless Future, New York, Basic Books, 2015; Andrew Yang, The War on Normal People: The Truth about America's Disappearing Jobs and Why Universal Basic Income is Our Future, New York, Hachette Books, 2018.

3/ Marx, Le Chapitre VI. Manuscrits de 1863-1867 — Le Capital, livre I, trad. G. Cornillet, GEME, Paris, Éditions Sociales, 2010, p. 186-209; Karl Marx, El Capital, Libro Primero, capítulos XI a XIII, Madrid-Buenos Aires, E.D.A.F, Grandes Libros, 1967.

4/ Ver por ejemplo Charles Babbage, On The Economy of Machinery and Manufactures (1832), New York, Kelley, 1963; John Adolphus Etzler, The Paradise within the Reach of all Men, Without Labour, by Powers of Nature and Machinery (1833), Farmington Hills, Thompson Gale, 2005; Andrew Ure, The Philosophy of Manufactures (1835)London, Cass, 1967.

5/ Informe de la Organización Internacional del Trabajo, Key Indicators of The Labour Market, 9 th ed., Geneva, 2016.

6/ Erik Brynjolfsson et Andrew McAfee, The Second Machine Age, op. cit., asocian la "primera edad de la máquina" con la revolución industrial del siglo XIX que permitió reducir el trabajo manual y la "segunda edad de la máquina" con la difusión de las tecnologías numéricas que llevan a cabo tareas cognitivas.

7/ Aaron Bastani, Fully Automated Luxury Communism, London and New York, Verso, 2019. Para Bastani la primera gran disrupción corresponde a la invención de la agricultura, la segunda a la revolución industrial y la tercera al conjunto de las innovaciones tecnológicas que permiten imaginar hoy la automatización completa del trabajo.

8/ Nick Srnicek et Alex Williams, Inventing the Future. Postcapitalism and a World Without Work, London and New York, Verso, 2015; Paul Mason, Postcapitalism. A Guide to Our Future, London, Allen Lane, Penguin Books, 2015; Peter Frase, Four Futures, London and New York, Verso, 2016; Aaron Bastani, Fully Automated Luxury Communism, op. cit.

9/ Nick Srnicek et Alex Williams, "# Accelerate. Manifeste pour une politique accélérationniste", trad. Y.Citton dans Laurent de Sutter (dir.), Accélération !, Paris, PUF, 2016, p. 27-47.

10/ Jason E. Smith, Smart Machines and Service Work. Automation in an Age of Stagnation, London, Reaktion Books, 2020.

11/ Aaron Benanan, Automation and the Future of Work, London and New York, Verso, 2020. Ver igualmente la recensión de este libro por Juan Sebastian Carbonell, "Le travail a-t-il un avenir ?", https://legrandcontinent.eu/fr/2020/11/08/le-travail-a-t-il-un-avenir/

12/ Luke A. Steward and Robert D. Atkinson, "The Great Stagnation: The Decline in Capital Investment Is the Real Threat to U.S. Economic Growth", Information Technology and Innovation Foundation, October 2013.

13/ Comparando la situación actual con la de la post-guerra, Benanav muestra que el pleno empleo coexistía con un aumento significativo de las ganancias de productividad gracias a las tasas aún más elevadas de crecimiento de la producción. Entre 1950 y 1973, en Francia, la productividad del trabajo creció a un ritmo del 5,2% anual, mientras que la tasa de crecimiento se elevó al 5,9% anual; en el mismo período el empleo creció al ritmo del 0,7% anual. Si en la actualidad hay carencia de empleo ello se debe a que se ha invertido la relación entre productividad y crecimiento: la desaceleración de los aumentos de productividad ha sido significativa, pero la del crecimiento lo ha sido más aún, cayendo al 2,7 % y 0,9 % respectivamente. Ver Aaron Benanav, Automation and the Future of Work, op. cit., chap. 2.

14/ Robert Brenner, The Economics of Global Turbulence, London and New York, Verso, 2016.

15/ Aaron Benanav señala por ejemplo que los países con un elevado número de robots industriales, como Japón y Alemania, han estado también entre los países que han resistido mejor a la desindustrialización.

16/ Serge Tisseron, "L'arrivée des robots soignants, et la fin de l'humanité", Libération, 15 avril 2021.

17/ Ver Serge Tisseron et Frédéric Tordo (dir.), Robots, de nouveaux partenaires de soins psychiques, Toulouse, Érès, 2018.

18/ William J. Baumol, «Macroeconomics of Unbalanced Growth: Anatomy of the Urban Crises», American Economic Review, vol. 57, N ° 3, June 1967.

19/ Sobre esta distinción en Marx, véase Karl Marx, Le Chapitre VI. Manuscrits de 1863-1867 — Le Capital, livre I, op. cit., p. 210-227.Para las muy esclarecedoras precisiones en relación con el trabajo productivo e improductivo en Marx y en el marxismo, véase Christophe Darmangeat, Le profit déchiffré. Trois essais d'économie marxiste, Paris, La ville qui brûle, 2016.

20/ Ver la lectura cruzada de Benanav y Smith por Jason Read que pone el acento en la actualización de la ley tendencial de la baja de la tasa de ganancia: Jason Read, "Waiting for The Robots: Benanav and Smith on the Illusions of Automation and Realities of Exploitation ", http://www.unemployednegativity.com/2020/12/waiting-for-robots-benanav-and-smith-on.html

21/ Karl Marx, El Capital, Libro Primero, capítulos XI a XIII, ob. cit., capítulo XXIII; K. Marx, El Capital, Libro III, Madrid-Buenos Aires, E.D.A.F, Grandes Libros, Tomo II, 1967, capítulo XIII.

22/ Ver Carlo Vercellone, "From the Mass-Worker To Cognitive Labour: Historical and Theoretical Considerations" in Marcel Van der Linden, Karl-Heinz Roth et Max Henninger (dir.), Beyond Marx. Theorising the Global Labour Relations of the Twenty-First Century, Chicago, Haymarket, 2014.

23/ Paul Mason, Postcapitalism, op. cit., p. 115.

24/ Nick Srnicek et Alex Williams, Inventing the Future, op. cit., p. chap. 5. et 8.

 

 

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lunes, 14 de junio de 2021

Fwd: 200 mil niños más orillados a trabajar en México.


Date: dom, 13 de jun. de 2021 


200 mil niños más orillados a trabajar en México.


Ciudad de México. Ante la crisis por la pandemia, se estima que 200 mil menores seincorporarán al trabajo infantil en el país en un año, advirtió Maripina Menéndez, directora de Save the Children México.


A ello, añadió, hay que sumar los "más de 3 millones de menores que abandonaron la escuela este ciclo escolar, y que están en un riesgo de sumarse" a las filas de las labores remuneradas y no, que actualmente suman 3.3 millones, según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI).


En el foro Niñez libre de trabajo, convocado por la de Comisión de Derechos de la Niñez y de la Adolescencia del Senado, Menéndez apuntó que es fundamental el papel de la sociedad para visibilizar esta problemática "que se ha normalizado y se vuelve mucho más compleja, desafiante y urgente de atender", ya que someterse al trabajo formal, se interrumpe el desarrollo mental de los infantes y crea cadenas generacionales de abandono escolar y precarización de estilos de vida. Además de riesgos de sufrir maltrato sicológico, físico y hasta sexual.


En su más reciente informe, la Organización Internacional del Trabajo revela que los niños y adolescentes que se desarrollan en algún empleo –la mayoría de ellos en labores de alto riesgo– aumentó a 160 millones, debido a la emergencia sanitaria.


El organismo advirtió que, de no tomarse las medidas necesarias, 9 millones de entre 5 y 17 años en el mundo entrarían a la población ocupada en 2022.


México, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, es el segundo país de la región con mayor cifra de niños ocupados, después de Brasil y por encima de Perú. A escala nacional, Oaxaca, Puebla y Chiapas son los estados que presentan mayor problemática, así quedo manifiesto en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil que se conmemoró este sábado.



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